Señor Roto
@Broken74_
La derrota no me quitó las ganas de mirar al mundo y escupirle poesía. Los textos son míos... hasta que los escupo. Después, son de todos. ⛔ DM
No me considero escritor. Ni he publicado un libro. Solo tenía varios cuadernos por casa, llenos de frases, historias, mierda y ternura. Un amigo me dijo: “¿por qué no los subes a Twitter?” Y aquí estoy.
Táctica total: Decirte que no. Esperar que insistas. Rendirme sin lucha. Simular estrategia. Quedarme quieto. Tenerte cerca. Perder igual. La guerra, como tú, nunca tuvo reglas. Solo bajas.
El romanticismo no murió. Lo mataron los que escriben “te amo” sin faltas, pero sin alma.
Escribo poesía como quien arrastra una pierna. No por arte. Por necesidad. Porque no hay analgésico que rime con “lo superé”.
Las madrugadas no te preguntan si estás bien. Te sientan en el borde de la cama y esperan a que confieses.
Con suficiente café, incluso el viernes parece una idea brillante. Buenos días.
Los abrazos largos no se miden en segundos. Se miden en “no te vayas”.
Me acerqué a la poesía como quien entra en una casa abandonada: con miedo, con hambre, con las botas llenas de barro. La escribo sin saber si es verso o vómito, si es arte o llaga. Solo sé que cuando no escribo, me tiemblan las manos, como si alguien me estuviera olvidando.
Le dije que yo escribía sobre el amor, no lo vivía. Me dijo que le excitaban los riesgos. Juntamos sexo con cinismo, caricias con culpa. Y al final, acabamos hablándonos a mordiscos. Ahora le teme a los poemas. Yo, a cualquier mano que acaricie.
Otro problema que detecté hace unos años fue la apuesta febril de algunas editoriales por "poemas" de instagrammers y youtubers, una especie de factura "sentimentaloide", más propia de libros de autoayuda, que de literatura en realidad. mundiario.com/articulo/cultu…
Poesía que no se escribe. Se acerca. Se queda. Suspira contigo. Tiembla a tu lado.
Me dijeron que los poetas exageran. Y sí, tal vez. Pero dime tú cómo se mide el dolor exacto de un adiós.
No la pienso. Ella irrumpe. Como una tormenta en mitad del pecho.
La nostalgia tiene la mala costumbre de parecer ternura. Pero es solo dolor bien vestido.
Me encanta madrugar. —Dijo nadie en su sano juicio, jamás, en ningún universo.
Odio el jueves porque me recuerda a mí mismo: cansado, a medio hacer y pretendiendo que todo va bien. Buenos días.
Me preguntaron si es mejor amar a un poeta. No. Es mejor amar a alguien que sepa dejar de escribir cuando toca abrazar. —Los versos no calientan en invierno. Fui mejor escribiéndote que sosteniéndote.
La vida dice que hay que seguir. Pero nunca aclara si eso es una amenaza o una ironía bien escrita. —Yo sigo, pero por inercia, no por fe.
No te fuiste. Te quedaste en cada puta cosa que no puedo tirar.
De niño jugaba a ser feliz. Ahora saboteo mis días con la precisión de un suicida a plazos. No sé escribir sin dolor, ni quiero. Prefiero hundirme en la poesía y que los versos me sirvan de ataúd. No es tristeza. Es respeto por la herida que me enseñó a escribir.